Las palabras del Sr. Ministro de Justicia del Gobierno de España, sobre la objeción de conciencia, ha sido tema para todas las tertulias mediáticas. Desde estas páginas voy también a entrar a ese trapo. La conciencia es el reducto más íntimo y más inviolable de toda persona. Querer inmiscuirse en ella es el acto de carácter más totalitario que pueda ejercer un gobierno. Pretender allanar primero y destruir después la conciencia personal, encierra el deseo de arrasar todo valor moral, referente de la conducta humana.
Y las mujeres, mucho más en la edad fértil, objetivo prioritario de este proyecto, deben reflexionar sobre la intencionalidad que encierra la oferta del gobierno y el partido que lo sustenta, de un derecho que no es más que un crimen nefando. No se olvide tampoco, que al marginarse de la paternidad, con los anticonceptivos primero, sobre todo si los usa la mujer, la píldora del día después que ha de tomar la mujer y luego, si falla, tenemos el aborto como un medio anticonceptivo final y eficaz, el hombre ha encontrado resuelto el camino de la práctica sexual sin barreras ni estorbos.