El Bebé Aído, ese muñequito de cinco centímetros del que ya se han repartido decenas de miles de ejemplares, debe de estar apareciéndosele en sueños a la ministra de Igualdad como un muñeco diabólico. Como recordarán, Bibiana Aído tuvo la ocurrencia de decir, el 19 de mayo, que un feto de 13 semanas “es un ser vivo, pero no un ser humano”. Ahora, un puñado de profesionales ha decidido que vale más una imagen que mil palabras y que es necesario que todos tengamos en nuestras manos y podamos tomarle las medidas a un feto de 12 semanas. Al menos para que, quien quiera negar la evidencia, no imponga a los demás la ignorancia.
La lucha en defensa de la vida de los no nacidos, en nuestro país, ha cosechado un fracaso detrás de otro, desde que el PSOE aprobó la despenalización del aborto en 1986. Aunque nunca se han cumplido los límites legales para poner fin a un embarazo, ahora esa desprotección se quiere convertir en derecho a matar sin condiciones.
Con demasiada frecuencia, la batalla en defensa de la vida humana más inocente se ha librado en las abstractas esferas de las referencias a los derechos fundamentales y a la naturaleza humana, desde las que nunca se llegará a sensibilizar a una sociedad que vive de la imagen y del sentimiento. Por contraste, los defensores de los animales, mostrando en vivo cómo sufren, han logrado que hasta a los cerdos se les duerma antes de matarlos. Sólo los niños no nacidos mueren sin anestesia.
Según cuenta la portavoz de la campaña bebe-aido en la entrevista que ofrecemos, mostrar cómo es un feto de 12 semanas puede ser una tarea apasionante, hasta el punto de que haya jóvenes dispuestos a sacrificar su prestigio y comodidad dando la cara por el ser al que representa ese muñeco angélico. Quizá sea la última oportunidad de salvar a alguno de los más de cien mil que cada año son sacrificados en España. Y para que esa cifra no se dispare indefinidamente.