Los contextos del aborto | Desde el desierto

El aborto no es más que una de las manifestaciones de esa estrategia: consiste en ir modificando mediante la propaganda, la educación y los medios de comunicación la mentalidad social dominante; poco importa que los miembros de esa sociedad vayan asimilando poco a poco una gigantesca mentira, el objetivo es que modifiquen sus sistemas de referencia, que desaparezcan progresivamente los marcos referenciales y valorativos antiguos y se vayan imponiendo los nuevos. Y esto se realiza atacando los flancos más débiles de cualquier individuo y cualquier sociedad: los que tienen que ver con la instintividad.

De este modo, se inoculan como si de un virus se tratase en el cuerpo social una serie de mensajes orientados a excitar los instintos primarios: el disfrute de la sexualidad, la ausencia de límites y obstáculos para ello, el ensalzamiento de las emociones, su liberación sin freno ni control, y finalmente, se dota a toda esa instintividad de una justificación teórica que las hace pasar por aceptables: se trata de “nuevos derechos”, lo cual hace avanzar a las sociedades y es muestra del progreso de las mismas. La gran estafa queda así consumada.

Lo trágico es que millones de personas, incapacitadas para reflexionar sobre los procesos que se han operado sobre ellos mismos, quedan reducidas así al nivel del rebaño, y radicalmente convencidas de que las cosas son y deben ser así, ignorantes para siempre de que han sido objeto de una gigantesca operación de manipulación de su conciencia. Y es tal la eficacia de esta estrategia que esas personas están firmemente convencidas de que gozan de una libertad individual casi plena.