Lo que resulta paradójico es que, para defender el aborto, se ataque a otros de intransigentes y de impositores, cuando en realidad son los mismos abortistas quienes no sólo buscan imponer su punto de vista a otros, sino que promueven decididamente el que una convicción se convierta en permiso para eliminar a seres humanos declarados, de modo muy discutible, 'no dignos' o no merecedores de respeto.
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