La reforma aprobada por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal cristaliza toda una agenda internacional impulsada por transnacionales y organismos internacionales.
La experta que laboró 14 años para el Fondo de Población de Naciones Unidas y quien fuera responsable de la implementación de diversos programas de salud sexual y reproductiva afirmó que este término -y así lo reconocen las feministas- no es más que un eufemismo para introducir el aborto.
Aseguró que la ONU destina anualmente cifras millonarias como parte de la estrategia para generar políticas públicas sobre el aborto. Incluso, reconoció que durante su gestión manejó un presupuesto cuantioso, "que se empleaba para dar generosas prestaciones (viajes, viáticos, reconocimientos) a políticos -especialmente parlamentarios-, exigiéndoles a su vez que se comprometieran a impulsar el aborto en sus países".
Incluso, reconoció que ella misma llevó mujeres a abortar. "Hoy soy consciente de que esto no ha servido en absoluto para mejorar la condición de la mujer: El aborto no ha sacado a ninguna mujer de la pobreza; tampoco ha servido para sacar a la mujer de la ignorancia, ni ha reducido las situaciones de violencia contra la mujer. Lo peor de todo, la mujer después del aborto se encuentra más sola y desamparada que antes".