De la inevitable (e ineluctable) relación entre aborto y eutanasia

 Y una cosa les voy a decir: una sociedad que se muestra tan impía como impasible e implacable ante la eliminación masiva de lo que es su don más precioso e indefenso, el nasciturus, no se va a mostrar mucho más comprensiva ni le va a temblar la mano cuando de la de sus elementos más gravosos, y por otro lado, menos capacitados para su autodefensa, se trata: los ancianos. Así de triste, así de duro, así de cierto.
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