El fundador de «Ginecólogos Católicos» conoce el otro lado: él también fue doctor abortista

Me llamo Antonio Oriente, soy ginecólogo y, hasta hace pocos años, yo, con estas manos, mataba a los hijos de los demás». Hielo. Silencio absoluto. La frase pronunciada es seca, sin reflejo de duda, lúcida. La verdad sin falsas beaterías, con la crudeza lógica y la simplicidad de quien ha comprendido y ya ha pagado las consecuencias. La de quien ha tenido el tiempo de pedir perdón.


Llaman la atención dos cosas de esta frase y son dos enormes verdades: la palabra «mataba», que desvela el engaño del término interrupción voluntaria, y la palabra «hijos». No embriones, no agrupaciones de células, sino hijos. Simplemente. Y el doctor Oriente consideraba que su práctica cotidiana de abortos era una forma de asistencia a las personas que tenían un «problema».
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