De la eugenesia de fines del siglo XIX al llamado 'aborto terapéutico'

"¿Usted ha hecho diagnósticos prenatales durante sus embarazos?" preguntó en 2008 Emanuela Zuccalà a la escritora Silvia Ballestra, que tenía entonces 39 años. "Ciertamente", respondió con cierto orgullo ella (madre de dos niños), "la primera amniocentesis la hice a los 29 años, pagando; no quería tomar la responsabilidad de traer al mundo un hijo enfermo". Orgullosa de la responsabilidad que esa decisión demostraría, la escritora añadió que los niños enfermos son "aquellos que hubieran podido no nacer gracias a un diagnóstico prenatal, aquellos en torno a los cuales giran dolor y falta de asistencia". De hecho, más allá de posiciones jurídicas, políticas o éticas, la mentalidad generalizada hoy considera que la amniocentesis constituye un comportamiento responsable.

Eso demuestra que la eugenesia constituye una realidad que la mayoría lee como conquista médica y social. En efecto, sobre bases nuevas, en los últimos decenios hemos vuelto a una ideología eugenética de raíces decimonónicas, estrechamente unida a las nuevas conquistas técnico-científicas. En nombre del progreso y de la salud, se interviene sobre el género humano. Sólo una minoría trasversal considera, en cambio, que se trata de una manipulación, con la convicción de que la eugenesia contemporánea constituye un peligro.

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