En mitad del fuego cruzado queda buena parte de la comunidad científica, que considera que el fallo supone un nuevo paso atrás, porque amenaza con echar por la borda el trabajo de los últimos meses. Por el contrario, la organización cristiana que presentó la demanda contra la normativa de la administración Obama celebra que los estadounidenses no tengan que financiar con sus impuestos «experimentos que destruyen la vida humana».
Poco después de llegar al poder en el 2001, George W. Bush restringió el uso de fondos públicos salvo para los proyectos que se limitaran a experimentar con material procedente de 21 líneas celulares, echando por tierra la normativa aprobada años antes por Bill Clinton. Cuando el año pasado el actual inquilino de la Casa Blanca tomó las riendas del país, volvió a permitir que los Institutos Nacionales de Salud contaran con fondos federales para este tipo de investigaciones.
