No digas nada en casa - LAVOZDERONDA.es

Me gustaría saber con qué argumentos opina la joven ministra Aído, entre sonrisas, -y como quien anuncia un novedoso anticonceptivo-, que una niña de dieciséis años está tan capacitada para abortar como para casarse. Una niña de esa edad, señorita Aído, no está capacitada ni para abortar ni para casarse. Una cosa es que lo haga y otra bien distinta la sacudida que la vida le da a una adolescente casada, quien sale adelante gracias a los apoyos de la familia.

Me gustaría saber quién le va a informar a una niña de dieciséis años de que si se queda preñada puede abortar sin decírselo a sus padres y también en quién se va a apoyar ante semejante circunstancia. ¿En la mamá-administración, o en su mejor amiga, con la que intercambia los vaqueros e inventa en su habitación coreografías de Beyoncé? Me gustaría saber si esos expertos conocen lo que es ser padres y las complicaciones a las que nos enfrentamos para conquistar la confianza de nuestros hijos en la difícil adolescencia.

Me gustaría saber qué pretenden con esta propuesta de ley que autoriza a que se rompa la confianza entre hijos y padres. Y me gustaría saber también qué se pretende de los padres el día que nuestra hija aborte en soledad. ¿La recibimos con un aplauso? ¿Le preguntamos si llegó a ponerle nombre, o quién habría sido el padre? ¿Debemos obviar el tema, o celebrarlo con una barbacoa? ¿Trae esas instrucciones la nueva Ley del Aborto? Una cuestión más: ¿meterán en la cárcel a una madre que le discuta esa decisión a su hija adolescente? O es la ley del “no se lo digas a mamá porque no la necesitas”. Señorita Aído, me gustaría saber si mi hija ha abortado sola, porque soy su madre.»