“Os diré que de los 50 millones de niños que desde 1973 han quitado de en medio los abortistas, dos eran míos”, confiesa Alveda King. Un médico logró convencerla de que no se trataba más que de una “masa informe de tejidos”. “En mi cabeza los veo todavía”, dice ella.
La Dra. King, que dirige la African American Outreach of Priests for Life, denuncia un mismo móvil para el racismo y el aborto, que afecta de manera especial a la población negra. “El aborto se ha cobrado una cuota terrorífica en la comunidad negra, matando más que el sida y el crimen juntos”. Según King, “cerca de 14 millones de bebés negros han sido abortados desde 1973”, mientras que las propias estadísticas de la industria del aborto revelan que las negras son en Estados Unidos 4,8 veces más susceptibles de abortar que las mujeres blancas no hispanas.
Parece, pues, existir un doble rasero para juzgar la discriminación, pues como señala la Dra. King, “cuando aparecen disparidades raciales tan dramáticas como estas en el empleo o en la educación, es suficiente para concluir que hay en nuestras instituciones y escuelas un racismo y una discriminación institucionalizados. ¿Por qué hay que aplicar entonces un parámetro distinto para la industria del aborto?”.
Fortuna de abortistas a costa de minorías
Por otro lado, afirma King que “la mayoría, quizá tanto como el 75% de las clínicas abortistas, se encuentran en áreas muy pobladas por las minorías”. Frente al razonamiento que podría justificar este hecho como un servicio a los más pobres, la activista norteamericana responde contundente: “No se sirve a los pobres quitándoles el dinero para exterminar a sus hijos”.