Como ciudadano he admirado algunos aspectos del socialismo: su valentía para bajar a la arena y defender los derechos de los más pobres; su arrojo al salir a la calle a reclamar lo que han considerado justo, y su capacidad publicística y de divulgación.
Para el socialismo más genuino el hombre se debe por completo a la especie humana y los más capacitados deben ayudar a los más necesitados. Pienso que su lema podría ser el de "todos para uno y uno para todos". Por otra parte el socialismo ha estado muy atento a los avances rigurosos de la ciencia a la hora de entender nuestro mundo.
Pero hay una grave contradicción interna de bastantes socialistas, incluido el gobierno actual español: el aborto. La genética, la embriología y la ginecología demuestran la evidencia de que existe un nuevo ser humano desde que hay en el un nuevo ADN. Sin embargo el PSOE quiere declarar el derecho de una madre a matar al hijo de sus entrañas hasta varias semanas de gestación –proyecto frontalmente opuesto a la Sentencia del Tribunal Constitucional español en 1985 al respecto-.
Toda la comprensión para situaciones difíciles de mujeres, y para casos problemáticos que requieren una ayuda pública eficaz, pero matar al niño –a veces de modos horrorosos y hasta avanzados periodos de gestación- no es una solución sino una barbaridad. Tras las brutales irregularidades de las clínicas del doctor Morín, lo que ha hecho el gobierno es amparar a las clínicas abortistas y aliarse con un inhumano negocio de capitalistas sin escrúpulos. En las tuberías de sus macabras instalaciones corre la sangre de millares de seres humanos malogrados, de sonrisas asesinadas.