Resultaba difícil que Esquerra Republicana de Catalunya, el grupúsculo de Carod-Rovira que medra gracias a un sistema electoral que privilegia a las micro formaciones políticas, pudiera caer más bajo.
Después del episodio de Perpiñán; de la declaración de boicot a la candidatura olímpica de Madrid; de negarse a enviar el agua sobrante del Ebro a las regiones que la necesitan; o de quedarse con recursos procedentes de los presupuestos generales del Estado destinados a otras regiones y desviados tras sus chantajes; después de una trayectoria política propia de cuatreros parlamentarios, era difícil imaginar que ERC fuera capaz de degradar todavía más su propia ejecutoria.
El portavoz parlamentario de ERC, Joan Ridao, amenazó hoy al Gobierno con retirarle su apoyo para la aprobación de leyes como la del aborto si el Ejecutivo no desvía más dinero hacia las oenegés catalanas.
