Aborto de menoresy ley de plazos. Las Provincias

El documento no tiene desperdicio y es propio del primer premio en un concurso de chirigotas. Ese documento servirá de base para cambiar la legislación sobre el aborto y situar a nuestro país a la vanguardia de los Estados de nuestro entorno, porque en el Congreso ya no se habla de países o naciones sino "Estados". Es digno de estudio en las facultades de Derecho porque plantea una concepción chirigotesca del derecho, como si las recomendaciones de las conferencias internacionales de Pekín o El Cairo tuvieran la categoría de derechos fundamentales y, sobre todo, como si hubiera una correlación necesaria entre nuevos derechos, salud reproductiva y salud sexual.

En la comparecencia ante la comisión, el Ministro de Sanidad omitió voluntaria, irresponsable e intencionadamente los datos que afectan a menores. Se limitó a mostrar el incremento de abortos en menores de 19 años, que ha pasado del 5,71% en el año 1998 hasta el 13,79% en el año 2007. Por si alguien tiene duda del carnaval en el que estamos, que lea en la página 4 del documento el párrafo donde se califica el aborto como una simple intervención clínica y se pide que desaparezcan las restricciones a las menores de 16 años. Restricciones de responsabilidad planteadas para diferenciar hechos de valor diferente porque no es lo mismo una apendicitis que un aborto, un ensayo clínico o el sometimiento a técnicas de reproducción humana asistida.

Si alguien tiene alguna duda que vea la primera recomendación del documento: "suprimir de la Ley 41/2002 la excepción al régimen ordinario de prestación del consentimiento en el caso de intervenciones clínicas que afecten a menores de edad, cuando la intervención consista en la práctica de la IVE. El objetivo es reconducir la práctica de la IVE al régimen ordinario, en el cual se reconoce a las menores la capacidad para decidir autónomamente a partir de los dieciséis años, y se establece que aquella deberá ser oída cuando sea mayor de doce años." Con documentos así, asistimos a un perpetuo y vergonzoso carnaval político donde sus señorías están haciendo todo lo posible para que la prevención social, la disciplina emocional, la madurez integral y la corresponsabilidad familiar brillen, como nunca, por su ausencia
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